RESBALONES COMUNICATIVOS y bofetones de realidad
De pequeños todos hemos jugado alguna vez a hablar al revés o a utilizar algún código secreto para que los mayores no interfieran en nuestro mundo.
Pero, eso pasó cuando éramos pequeños.
Hoy, que ya soy mayor, me sigo encontrado publicaciones, campañas y eventos (locales y nacionales) escritos o descritos en otro idioma (casi siempre inglés).
Cierto es que, en algunos casos el público objetivo al que va dirigida una campaña publicitaria ocasiona la necesidad de utilizar un idioma extranjero, ya sea por su carácter internacional o por ir dirigida a un sector de población joven o tecnológicamente avanzado. Pero, en los últimos años, la torpe búsqueda de "lo diferente", el ansia de llamar la atención a cualquier precio y la escasez de profesionalidad ocasionan errores en la transmisión de los mensajes. Si una de las máximas publicitarias siempre ha sido la sencillez ¿qué consiguen cifrando los mensajes?. En mi opinión, en la mayoría de los casos, sólo logran derrochar recursos y ser repetitivos, agotando a la ciudadanía. Según están las cosas, hay que optimizar cada movimiento, no es rentable gastar dinero lanzando mensajes incomprensibles.
Sospecho que todo es consecuencia del cutre-ahorro. Un ahorro que siempre beneficia a los mismos, el emisor del mensaje escatima en su propio beneficio, creyendo que los receptores, los consumidores, somos idiotas.
A veces es un ahorro de tiempo, pues cada día controlamos menos nuestra lengua natal y encontrar en nuestro idioma la denominación apropiada para un producto es tarea harto complicada. Otras veces es por ajustes en el presupuesto, pues a la hora de producir una campaña internacional es más fácil y barato hacerlo en un solo idioma. Y si alguien no lo entiende, pues... que se busque la vida.
Quizás éste sea el verdadero origen del mal. A principios del milenio algunas marcas internacionales comenzaron a bombardearnos por televisión con anuncios llenos de sensaciones en inglés, en los últimos años ya ni siquiera los subtitulan. Visto esto, algunos pequeños y osados comerciantes españoles, sabedores de estar a la altura de esas marcas, decidieron copiar su estética y también sus estrategias sin filtrarlas, adaptarlas ni siquiera razonarlas. Y, como la ignorancia es muy osada, han caído en mensajes ridículos en pro de la "super-modernidad", que obliga a distinguirse de los demás vendiendo algo exclusivo, independientemente de cual sea su calidad.
Pero, eso pasó cuando éramos pequeños.
Hoy, que ya soy mayor, me sigo encontrado publicaciones, campañas y eventos (locales y nacionales) escritos o descritos en otro idioma (casi siempre inglés).
Cierto es que, en algunos casos el público objetivo al que va dirigida una campaña publicitaria ocasiona la necesidad de utilizar un idioma extranjero, ya sea por su carácter internacional o por ir dirigida a un sector de población joven o tecnológicamente avanzado. Pero, en los últimos años, la torpe búsqueda de "lo diferente", el ansia de llamar la atención a cualquier precio y la escasez de profesionalidad ocasionan errores en la transmisión de los mensajes. Si una de las máximas publicitarias siempre ha sido la sencillez ¿qué consiguen cifrando los mensajes?. En mi opinión, en la mayoría de los casos, sólo logran derrochar recursos y ser repetitivos, agotando a la ciudadanía. Según están las cosas, hay que optimizar cada movimiento, no es rentable gastar dinero lanzando mensajes incomprensibles.
Sospecho que todo es consecuencia del cutre-ahorro. Un ahorro que siempre beneficia a los mismos, el emisor del mensaje escatima en su propio beneficio, creyendo que los receptores, los consumidores, somos idiotas.
A veces es un ahorro de tiempo, pues cada día controlamos menos nuestra lengua natal y encontrar en nuestro idioma la denominación apropiada para un producto es tarea harto complicada. Otras veces es por ajustes en el presupuesto, pues a la hora de producir una campaña internacional es más fácil y barato hacerlo en un solo idioma. Y si alguien no lo entiende, pues... que se busque la vida.
Quizás éste sea el verdadero origen del mal. A principios del milenio algunas marcas internacionales comenzaron a bombardearnos por televisión con anuncios llenos de sensaciones en inglés, en los últimos años ya ni siquiera los subtitulan. Visto esto, algunos pequeños y osados comerciantes españoles, sabedores de estar a la altura de esas marcas, decidieron copiar su estética y también sus estrategias sin filtrarlas, adaptarlas ni siquiera razonarlas. Y, como la ignorancia es muy osada, han caído en mensajes ridículos en pro de la "super-modernidad", que obliga a distinguirse de los demás vendiendo algo exclusivo, independientemente de cual sea su calidad.
No os equivoquéis, esto no es ninguna pataleta. Yo estoy a favor de los cambios y avances, pero estoy en contra de la estupidez. Si, yo pertenezco a ese grupillo de individuos que fuimos educados en castellano/francés, de espaldas al inglés, ese idioma tan onomatopéyico que será el futuro. Y digo el futuro, porque lamentablemente en España y más en Castilla y León, NO ES EL PRESENTE. Por si no lo tenéis claro, >miradlo en la wikipedia<. Según se refleja en este estudio de 2011 sólo el 15% de los españoles lee fluidamente el inglés, en Castilla y León el 11%. De acuerdo que es una situación triste, pero es la que ahora tenemos.
Yo (personalmente) prometo ponerme al día con el inglés y profesionalmente prometo no caer en el error de gastar el dinero de mis clientes en mensajes incomprensibles para la mayoría.