Quizás estemos perdiendo el tren
Llevamos meses comentando en y por todos los medios (bares, plazas y mentideros) lo de la llegada del AVE a Zamora el año que viene. Y es que son muchas las esperanzas depositadas en ese estreno como si lo que realmente llegara por las vías fuera el "cuerno de la abundancia con ruedas" que justamente nos salvará a todos.
Lo cierto es que la verdadera "alta velocidad" fue internet y ya llegó aquí hace tiempo sin desatar ninguna revolución ni desarrollar la economía local. Más bien afectó negativamente al comercio, uno de nuestros pilares, que todavía hoy sigue sin reponerse.
Y es que este evento me recuerda demasiado a la película "Bienvenido Mr. Marshall". Curiosamente hay zamoranos que 60 años después del estreno de este clásico, siguen utilizando los mismos procesos mentales y nos invitan a todos a repetir los mismos errores.
Se elaboran estudios que auguran a bombo y platillo oportunidades revolucionarias de beneficios inmediatos:
Muchas veces he tenido que estudiar y analizar estos puntos, especialmente el turismo y comercio, para realizar campañas publicitarias sobre la ciudad y la provincia. Y, aunque me duela decirlo, lo cierto es que siempre llegábamos al mismo resultado: Zamora, salvo por excepciones que todos conocemos, no destaca especialmente en ninguno de estos sectores.
A mi Zamora me encanta, me parece una ciudad preciosa y llena de encanto. Me resulta un sitio ideal para vivir, pero está muy lejos de ser perfecta para el turista.
Dejando a un lado el chauvinismo reinante en las calles y sobre todo en la red, la dura verdad es que no disponemos de ofertas ni servicios para atraer turismo de calidad. Nos limitamos a copiar lo que otros vecinos ya hacen, porque en general nunca nos arriesgamos y menos con iniciativas propias. Sólo queremos obligar al turista a visitarnos y a tener el honor de pagar por ello; todo sin percatarnos de que la atención prestada muchas veces es pobre y de que nuestros precios están muy lejos de ser competitivos.
Cualquiera que haya salido fuera un poquito, se habrá dado cuenta de que, en esencia, no ofrecemos nada que no tengan otras ciudades cercanas. Tenemos cosas muy buenas, y también menos buenas; pero desde luego no somos la mejor ciudad románica del mundo y menos ciudad modernista; no tenemos la mejor Semana Santa, ni el mejor río, ni gastronomía, ni fiestas, ni hostelería, ni arte, si espectáculos... Todo esto lo tenemos, y está bien, pero lo que nos hace especiales es la proporción utilizada de todos y cada uno de esos elementos. Nuestra diversidad y su mezcla, son únicas. El zamorano de a pie, su autenticidad y su manera de vivirlo es único.
En nuestra provincia hay servicios y establecimientos que pese a la crisis, funcionan. Incluso tenemos empresas que venden (y mucho) fuera del país. ¿Podría ser que "la cosa" no estuviera tan mal? ¿Podría ser que convivamos con gente que se lo curra y lo está haciendo bien? ¿Y si sólo necesitamos aprender a hacerlo igual de bien?.
Con sinceridad: creo que en Zamora realmente tenemos los ingredientes para elaborar una receta de éxito, pero que necesitamos unirnos en un proyecto común de mejora y superación.
Necesitamos dejar de quejarnos, buscar en nuestras tripas el saber olvidado; necesitamos re-aprender a trabajar, a poner ilusión y curiosidad en todo lo que hacemos... necesitamos reinventarnos y perder el miedo.
Después ya estaremos preparados para abrir nuestras puertas y dar la bienvenida a los que vengan.
Y mientras... mientras lo demás no cambie, el tren no traerá nada distinto de lo que ya tenemos. Los que ahora vienen, vendrán más rápido. Y los que pasaban por aquí o se marchaban, también lo harán más rápido.
Me encantaría equivocarme, pero mucho me temo que, al igual que en la película, el tan esperado AVE llegará y pasará de largo dejando abandonadas las esperanzas, las promesas y a las autoridades en el andén.
Lo cierto es que la verdadera "alta velocidad" fue internet y ya llegó aquí hace tiempo sin desatar ninguna revolución ni desarrollar la economía local. Más bien afectó negativamente al comercio, uno de nuestros pilares, que todavía hoy sigue sin reponerse.
Y es que este evento me recuerda demasiado a la película "Bienvenido Mr. Marshall". Curiosamente hay zamoranos que 60 años después del estreno de este clásico, siguen utilizando los mismos procesos mentales y nos invitan a todos a repetir los mismos errores.
Se elaboran estudios que auguran a bombo y platillo oportunidades revolucionarias de beneficios inmediatos:
- Nos aseguran que el comercio por fin florecerá; acaudalados y lejanos consumidores se teletransportarán hasta nuestra ciudad para comprar tesoros escondidos.
- Profetizan que Zamora podría convertirse en la ciudad dormitorio de Madrid.
- También nos hablan sobre el turismo, ese gran invento que nos hará ricos a todos. Por fin Zamora dejaría de ser la desconocida perfecta.
- Y el gran filón parecen ser las ferias y congresos. Que curiosamente se llevan promocionando bastantes años, fracasando por lo lejos que estamos del mundo civilizado.
Muchas veces he tenido que estudiar y analizar estos puntos, especialmente el turismo y comercio, para realizar campañas publicitarias sobre la ciudad y la provincia. Y, aunque me duela decirlo, lo cierto es que siempre llegábamos al mismo resultado: Zamora, salvo por excepciones que todos conocemos, no destaca especialmente en ninguno de estos sectores.
A mi Zamora me encanta, me parece una ciudad preciosa y llena de encanto. Me resulta un sitio ideal para vivir, pero está muy lejos de ser perfecta para el turista.
Dejando a un lado el chauvinismo reinante en las calles y sobre todo en la red, la dura verdad es que no disponemos de ofertas ni servicios para atraer turismo de calidad. Nos limitamos a copiar lo que otros vecinos ya hacen, porque en general nunca nos arriesgamos y menos con iniciativas propias. Sólo queremos obligar al turista a visitarnos y a tener el honor de pagar por ello; todo sin percatarnos de que la atención prestada muchas veces es pobre y de que nuestros precios están muy lejos de ser competitivos.
Cualquiera que haya salido fuera un poquito, se habrá dado cuenta de que, en esencia, no ofrecemos nada que no tengan otras ciudades cercanas. Tenemos cosas muy buenas, y también menos buenas; pero desde luego no somos la mejor ciudad románica del mundo y menos ciudad modernista; no tenemos la mejor Semana Santa, ni el mejor río, ni gastronomía, ni fiestas, ni hostelería, ni arte, si espectáculos... Todo esto lo tenemos, y está bien, pero lo que nos hace especiales es la proporción utilizada de todos y cada uno de esos elementos. Nuestra diversidad y su mezcla, son únicas. El zamorano de a pie, su autenticidad y su manera de vivirlo es único.
En nuestra provincia hay servicios y establecimientos que pese a la crisis, funcionan. Incluso tenemos empresas que venden (y mucho) fuera del país. ¿Podría ser que "la cosa" no estuviera tan mal? ¿Podría ser que convivamos con gente que se lo curra y lo está haciendo bien? ¿Y si sólo necesitamos aprender a hacerlo igual de bien?.
Con sinceridad: creo que en Zamora realmente tenemos los ingredientes para elaborar una receta de éxito, pero que necesitamos unirnos en un proyecto común de mejora y superación.
Necesitamos dejar de quejarnos, buscar en nuestras tripas el saber olvidado; necesitamos re-aprender a trabajar, a poner ilusión y curiosidad en todo lo que hacemos... necesitamos reinventarnos y perder el miedo.
Después ya estaremos preparados para abrir nuestras puertas y dar la bienvenida a los que vengan.
Y mientras... mientras lo demás no cambie, el tren no traerá nada distinto de lo que ya tenemos. Los que ahora vienen, vendrán más rápido. Y los que pasaban por aquí o se marchaban, también lo harán más rápido.
Me encantaría equivocarme, pero mucho me temo que, al igual que en la película, el tan esperado AVE llegará y pasará de largo dejando abandonadas las esperanzas, las promesas y a las autoridades en el andén.