QUE AFLORE LO ENTERRADO. El Fuerte de San Cristóbal de Pamplona.
Hay cosas que me ponen mal cuerpo y el tema de la memoria histórica es una de ellas. Quizás sea por la subjetividad de los recuerdos, los propios y sobre todo los colectivos. O tal vez tenga que ver con mi falta de memoria...
Estoy tristemente acostumbrado a ver documentales y películas sobre la segunda guerra mundial y sus masacres. Están repletos de agresividad, de injusticia, de crueldad, de sangre y vísceras por doquier... de situaciones donde la falta de escrúpulos y de humanidad se justifican y homenajean en tiempos de guerra.
Viendo, sentado y abrigado estas películas, puedo diferenciar claramente a los malos de los buenos y aunque sufro horror y dolor, soy consciente de que me encuentro a salvo, bajo la protección de la distancia, una distancia que se mide en kilómetros y en años.
Lamentablemente estas mismas atrocidades de las pelis sucedieron aquí el siglo pasado, mis abuelos lo vivieron, mis padres nacieron por esa época... y yo no me enteré de nada.
Yo que nací en la España de Franco sólo recuerdo de aquello el himno en formación a la entrada de clase y las vacaciones por sus exequias. Después en "la transición" donde convivían como podían libertades y represiones, rojo y azul, cielo e infierno y todo tipo de contrastes... yo seguía sin enterarme de nada.
Crecí sin información y sin más problemas que los propios de la edad, en un país donde nadie preguntaba nada sobre lo que había pasado unas décadas antes. Y por supuesto a mi no me preocupaba el tema de la Guerra Civil, ni quiénes fueron los malos y quiénes los buenos si los hubo, ni qué bando ganó y qué ganó... Yo seguía jugando a las canicas y al rescate de espaldas a la posguerra y sus muertes injustas de todos los colores. Sin saber que el país en el que vivía había estado décadas bajo las órdenes de un dictador. Crecía sin saber que España seguía herida, igual que los españoles, que habían perdido casi todo. Sin saber... nada de nada.
Y desde luego mi desconocimiento no es por falta de memoria, porque sí recuerdo los nombres de los ríos y las nubes. Viene provocado sobre todo porque nunca me dijeron nada de este tema, ni en casa, ni el colegio, ni siquiera aparecía nítidamente en los libros. Más tarde descubres que hay muchos libros de historia de España con versiones de la historia muy distintas.
No es que no quiera recordar, es que para mis mayores hay cosas que nunca existieron. Inconscientemente les tocó vivir una versión adulterada de la historia, llena de secretos y marcada por miedo. Ellos nunca pudieron disfrutar de la libertad para elegir que pensar, que vivir o que recordar.
Yo, con los años, miro en los altillos, levanto las alfombras y limpio todo para fabricar mi propia memoria histórica. Una memoria sana, sin banderas ni colores y con toda la objetividad posible para no seguir sufriendo ataques de verguenza. Verguenza de no saber. Verguenza de pertenecer a una generación que no recuerda, que no reconoce sus errores y que por supuesto no aprende de ellos.
Pero vamos a las cosas del trabajo...
No es la primera vez que me ha tocado diseñar algo relacionado sobre este tema y desde luego siempre lo hago desde el respeto y con la máxima profesionalidad que me permite la carne de gallina. Esta vez es una exposición sobre el Fuerte de San Cristóbal de Pamplona y las cárceles de la época franquista. En cuanto al diseño, sólo comentar que el protagonismo se lo lleva la imagen del monumental fuerte y que he intentado mediante colores y trazos buscar un equilibrio entre el presente y el pasado, entre lo amable y lo dramático...
Aquí os publico parte de su material, pero si realmente os interesa el tema (que saber nunca hizo mal a nadie) os invito a visitarla. También podéis asistir a cualquiera de los actos sobre el tema que se realizarán en Zamora desde el 23 de septiembre al 14 de octubre de 2016 en el Centro de Interpretación de las Ciudades Medievales.
Cartel de la exposición
Tríptico informativo
Algunos paneles de la exposición